La salud integrativa es un enfoque innovador de atención médica que busca tratar a la persona en su totalidad, combinando la medicina convencional con terapias complementarias y alternativas basadas en evidencia. Más que centrarse únicamente en la enfermedad, este modelo considera todos los factores que influyen en la salud de un individuo: cuerpo, mente, emociones, estilo de vida, entorno y espiritualidad.
A diferencia de la medicina tradicional, que suele abordar los síntomas de forma aislada, la salud integrativa promueve una visión holística. Así, junto a tratamientos médicos como medicamentos, cirugías o terapias físicas, pueden incorporarse prácticas como la nutrición funcional, la fitoterapia o el masaje terapéutico, siempre bajo la supervisión de profesionales de la salud.
Este enfoque pone al paciente en el centro del proceso, fomentando su participación activa en las decisiones sobre su tratamiento y promoviendo hábitos que favorecen la prevención, el equilibrio y el bienestar a largo plazo.
Diversos estudios han demostrado que la combinación de terapias convencionales y complementarias puede mejorar la calidad de vida de los pacientes, reducir efectos secundarios de tratamientos invasivos y contribuir a una recuperación más rápida y sostenible.
En resumen, la salud integrativa representa una evolución del modelo médico tradicional hacia uno más humano, personalizado y consciente, que reconoce que sanar no es solo curar un síntoma, sino restaurar el equilibrio en todos los aspectos de la vida.